LA MARCA PERSONAL DOCENTE EN LA ERA POST COVID 19

Amigo lector:


Te saludo cordialmente y con mucha gratitud desde este nuevo espacio de blogging; novedad que hace parte de mis actuales investigaciones sobre la funcionalidad, efectividad y pertinencia de las novedosas e interesantes plataformas que vienen emergiendo para uso de los bloggers actuales, y/o los que se incorporarán en adelante a este maravilloso ejercicio de crear y compartir desde un blog información potencialmente útil para construir nuevo conocimiento (un ejercicio cuya práctica intento extender entre mis estudiantes, quienes habitualmente utilizan blogs como parte de sus fuentes bibliográficas, y algunos ya escriben los suyos; de paso, te aviso que próximamente lanzaré un proyecto de formación y mentoría en dicho ámbito y otros relacionados). En este tema, la tecnología del blogging, siempre recomiendo seguir y aprender de la academia viviente de los blogs en español, el gran veterano Antonio Cambronero.


La más reciente de mis propuestas en este sentido lo fue el lanzamiento de mi blog académico El Blog del Profesor Estrada, creado en la joven plataforma GoNevis, y desde el cual te estoy y estaré proponiendo trabajos de perfil extenso, que procuren el abordaje de los temas que trato con la mayor profundidad que me sea posible en un entorno de blogging.


Y hoy, inauguro este nuevo espacio en la también joven plataforma Caramel.la, en la que estaré publicando artículos de breves a medianos, y puntuales -entre 1000 y 3500 palabras, más o menos; este que ahora lees no cuenta para el parámetro- sobre temas de actualidad, fragmentos de las Tesis y otros trabajos de investigación que he desarrollado, posts de invitados (colegas, estudiantes y clientes), citas de autores, encuestas, proyectos, infografías, reseñas, críticas, entre otras opciones y propuestas; además de utilizarla como mi sitio web profesional, pues tiene muchas funcionalidades que lo facilitan, desde la sencillez, la practicidad, la comodidad, la limpieza, la estética y lo intuitivo de su diseño y uso. Te invito cordialmente a explorar estas dos y otras plataformas de blogging; yo lo hago y lo seguiré haciendo de forma experimental y eventualmente demostrativa para mis estudiantes, y puedo asegurarte, como ya dije en mi reciente trabajo Blogging y marca personal: ¿filosofía o tecnología? (en el cual comento brevemente algunas de ellas, y además, cito y recomiendo varios de los blogs que para mí son de referencia, entre ellos, el de mi amigo y colega Guillem Recolons), que hay vida bloguera más allá de Wordpress.  


Como tal vez ya sepas -y si no, te lo informo-, yo soy maestro, amigo lector. Un maestro con 35 años de carrera, muy enamorado de mi profesión y muy consciente de su enorme importancia social; y por ello y mucho más, absolutamente estremecido por el impacto que ya tiene hoy y tendrá a futuro sobre la educación a nivel global, la actual y extrema situación pandémica que todos padecemos. Y también, por supuesto, extremadamente preocupado por los inevitables cambios que como educadores nos vienen en perspectiva después que pase esta desgracia colectiva; cambios para los que tenemos y tendremos que construir respuestas positivas, constructivas y desarrolladoras, y ser modelos de su implementación efectiva

Mi artículo de hoy trata sobre la marca personal docente en la era post COVID 19: te invito, pues, a acompañarme en su lectura, análisis, y eventual difusión, si así lo consideras pertinente. aquí te va. muchas gracias. 


La pandemia causada por el virus conocido como COVID 19 que hoy vivimos y padecemos todos, y que tiene literalmente de rodillas a la población en prácticamente todo el planeta, está demandando de todos y cada uno de los humanos con recursos que somos, muchos más recursos emocionales, intelectuales, espirituales y volitivos de los que normalmente creemos, sentimos o pensamos poseer como personas


Y esto se hará más marcado y demandante según vaya llegando el fin de esta demoledora crisis pandémica global. Ella dará paso a otra crisis mucho más larga, que paradójicamente (dada su ausencia de efectos letales) será más difícil de sortear, gestionar y resolver; una de índole sociopsicológica y cultural (entre otras áreas que serán abarcadas) que no impactará la salud y la vida de millones de seres humanos como lo hace la actual, pero sí, definitivamente, las formas en que seremos, aprenderemos, nos relacionaremos y trabajaremos para mejorar la vida de las presentes y futuras generaciones. Una crisis que será, entre otras diversas variables psicosociológicas, de identidad, de compatibilidad, de sociabilidad y de transformación.


Veamos brevemente las razones que a mi juicio sustentan esto.


  • Identidad: Estamos aprendiendo hoy mucho que no sabíamos sobre nosotros mismos. Cuando las circunstancias actuales cambien, muy probablemente no regresará la normalidad que conocíamos, en muchísimos temas (dice el gran Seth Godin, en un post muy reciente, queNo vamos a esperar a que todo vuelva a la normalidad, porque nunca lo hará, y porque el mejor momento para contribuir es ahora.”). Entonces, tendremos que construir en esos tantos temas una nueva normalidad, que requerirá un nuevo nosotros. Ese “otro" nosotros, está hoy en construcción, y lo seguirá por mucho tiempo. Nuestra identidad, el quiénes somos,  será, tal vez por largos años,  un proceso de redefinición y recreación

  • Compatibilidad: Estamos descubriendo y/o redescubriendo ahora nuestras incompatibilidades, entre nosotros y con muchísimo de lo que nos rodea; inclusive con personas y “cosas” con las que nos creíamos razonablemente compatibles. La realidad post COVID 19 que se avecina será nueva para todos; ningún ser humano actualmente vivo ha pasado antes por algo así. Y tendremos que construir nuevas compatibilidades, si queremos que no mueran -o en su caso, que  renazcan- nuestras armonías, entre nosotros y con nuestros entornos.

  • Sociabilidad: Nuestras actuales -al parecer, ya casi pretéritas- maneras de socializar, han estado entre lo más golpeado por la pandemia que nos demuele un poco cada día. No hemos dejado ni dejaremos de ser seres sociables, porque somos seres sociales (más aún, seres gregarios); pero tendremos que reaprender la forma de comportarnos en ese tan culturalmente importante orden de la interacción social (mucho más vital en unas culturas que en otras, obviamente), y de la  (re)construcción colectiva de un ser social tan maltratado por el distanciamiento físico obligatorio que hoy padecemos, y que muy presumiblemente marcará algunas de nuestras maneras de interactuar, por aquello del cuidado y la “desconfianza involuntaria” (¿él/ella será portador/a asintomático/a?). La satisfacción de nuestra humana y natural necesidad de socialización deberá transitar por nuevas rutas e incorporar nuevos modelos, o reforzar los que ya venían creciendo antes del COVID 19.

  • Transformación: Desde hace varias décadas hemos venido viviendo un abarcador y trascendental cambio de época, que incluye una amplia variedad de manifestaciones y transformaciones temáticas parciales, las cuales definen, determinan y configuran la gran transformación global (ver, por citar solo cuatro ejemplos, las ideas relativas al mundo VUCA, la modernidad líquida, el Manifiesto Cluetrain y la transformación digital). Sin embargo, la actual situación está introduciendo en diversas esferas de nuestra vida nuevas dinámicas que -en parte- aparentan ser temporales, pero muchas de ellas acelerarán cambios que ya venían sucediendo o se convertirán en los nuevos modos de suceder muchísimas cosas en el mundo. Y tal como hemos tenido que aprender a cambiar cambiando, tendremos que hacerlo ahora con la presión de la urgencia vital que todo ello representa. Por mencionar solo unas pocas que me parecen esenciales: la manera de aprender, la manera de “enseñar”, la manera de trabajar, la manera de comprar y vender, la manera de reunirse, la manera de predicar y practicar la fe, la manera de relacionarse, la manera de liderar, y la manera de crear/compartir/acceder al nuevo conocimiento, y aplicarlo a la práctica.

Y en esa nueva etapa, en aras de poder preparar a los humanos para usar del mejor modo sus recursos (los heredados y los adquiridos), los educadores deberemos redefinir nuestro sentido, replantear nuestra misión y reinventar nuestra profesión.


Deberemos manifestar -cada quien en función de su origen, cultura, contexto, momento, situación, competencia y personalidad-, una forma nueva de ser, de hacer y de lograr en los procesos educativos; entre otras cosas, y más allá de lo obvio (o sea, de facilitar el aprendizaje), para estar en condiciones de guiar y acompañar a nuestros actuales y futuros estudiantes en los procesos de recreación y/o reconstrucción de identidades, la gestión de nuevas compatibilidades el desarrollo de nuevas formas de socializar, y la imprescindible transformación de los modos de transformar.


Gracias a ello, generaremos nuevos y diferentes tipos de impacto sobre nuestros estudiantes y demás figuras relacionadas con el accionar educacional; y dependiendo de cómo hagamos todo eso, podremos trascender como educadores


Todo lo dicho está y seguirá cada vez más involucrado, como proceso y como resultado, en la gestión que hagamos de nuestra marca personal docente; comenzando, claro está, con nuestra obligación ética, profesional y social de ser muy buenos en todo lo que hacemos y haremos, lo cual es el primer requisito para marcar positivamente a nuestro entorno humano.


La huella que dejemos en los demás nace hoy y nacerá siempre, necesariamente, de y en nosotros mismos; y será determinada por esa combinación de nuestro ser, hacer y lograr, generadora de impacto y semilla de trascendencia. No se trata solo de cómo nuestros estudiantes (y sus familias, y toda la sociedad) “nos ven”, ni tampoco de lo que expresen al respecto; se trata, especial y prioritariamente, de cómo y cuánto logremos, a través de nuestro accionar educativo, que ellos logren lo que deben lograr, en el más amplio sentido del concepto “logro”, y alcanzando en ellos la más amplia, profunda, diversa, productiva, armónica y socialmente útil expresión de sus personalidades y sus intelectos. Esa es hoy, y deberá seguir siendo -ahora de nuevas y distintas maneras-, la esencia de un maestro: educar, o sea, preparar al hombre para la vida, como decía Martí


Como todo maestro experimentado sabe, es bastante frecuente que los alumnos se expresen “mal” de sus mejores, más exigentes y más dedicados educadores; ni siquiera me detendré aquí en las múltiples razones de diversa índole -individuales, familiares, culturales, sociales…- que originan tal fenómeno. Y a tono con ello -y en razón de ello-, como ya propuse en otro trabajo de próxima publicación, yo no concuerdo en absoluto con Jeff Bezos en su famosa frase "marca personal es lo que dicen de ti cuando no estás presente". Eso puede -o no- ser cierto, porque no necesariamente será siempre así, y muchas veces no lo será; ese “decir en ausencia” puede tener muchos bemoles, que pueden pasar por la mentira y llegar hasta la difamación. 


Lo he planteado en ese otro texto como sigue:


  • “Sobre la marca personal existen definiciones de índole ‘no académica’ ni necesariamente derivadas de la investigación o de procesos de producción intelectual, sino más bien del devenir práctico y del sentido común aplicado a este (con fuerte influencia del liderazgo de opinión), las cuales han sido muy difundidas y tenido una gran aceptación de muchos públicos a escala global, al punto de que algunas de ellas forman parte del paradigma conceptual del tema. Tal es el caso, por ejemplo, de la famosa propuesta ‘marca personal es lo que dicen de ti cuando no estás presente’, del no menos famoso y altamente respetado Jeff Bezos, presidente de la gran multinacional estadounidense Amazon, Inc.  Definición cuya practicidad y simplicidad posiblemente funcionan bien para un primer acercamiento al tema, pero que a juicio del autor de este trabajo, ha ido siendo superada por la creciente profusión de investigaciones y formulaciones de índole más abarcadora e integradora de elementos humanos, mercadotécnicos y sociales -entre otros- acerca del atributo marca personal y su análisis, y que los han dotado de una gran riqueza y complejidad conceptual y metodológica. Porque obviamente, marca personal es mucho más que lo que se dice de alguien en su ausencia; entre otras razones, por las muchas posibles motivaciones no necesariamente dependientes del ausente aludido (ni de sus características o acciones) que ese alguien tenga para decirlo, y porque el concepto ‘lo que dicen de ti’ (¿te suena algo como fake news y sus parientes, amigo lector?) debe ser analizado -entre otras varias- en las perspectivas de quién, por qué, para qué, cómo, cuándo, dónde y ante quién lo dice(fin de la cita).   


Esto implica e involucra la necesidad de que cada humano con recursos se preocupe y ocupe de ser para su entorno humano la mejor persona, el mejor profesional y el mejor ser social que pueda ser en cada momento, contexto y situación (lo cual podrá o no generar buen decir acerca de él/ella, su desempeño y sus resultados; pero el solo “generar buen decir” no debe ser el objetivo, dada y conocida la enorme subjetividad involucrada en toda valoración de humanos sobre humanos; el objetivo siempre debe ser APORTAR VALOR). Y eso debe funcionar muy bien en la coyuntura que hoy enfrentamos, y muy especialmente, para los educadores; entre otras razones, por las siguientes:


  • Lo humano es nuestra esencia, y los humanos, nuestra razón de ser. Por ende, todo cuanto hagamos por y para nuestros congéneres debería tener la misma o mayor calidad y efectividad que si lo hiciéramos para nosotros mismos, y más aún, si se trata de educar.

  • Nuestra propia humanidad necesita sintonizar con las humanidades de las personas con quienes interactuamos en los procesos educativos, en una doble perspectiva que combine e integre la empatía (saber ponernos en su lugar, y actuar en consecuencia) y la asertividad (saber cultivar, conservar y defender nuestro lugar sin negar ni afectar el de los demás). 

  • Los educadores debemos ser modelos sociales por antonomasia. Las personas ungidas con el privilegio de mostrar a los demás el camino hacia el conocimiento y su aplicación al mejoramiento personal y social, no podemos proyectar hacia ellos conductas diferentes a las que pretendemos que ellos aprendan, aprehendan, asuman y practiquen.

  • Debemos liderar desde nuestro magisterio a todos las personas involucradas en la educación de los estudiantes, y potenciar sus procesos de incorporación, asimilación y aplicación del nuevo conocimiento (comenzando por ellos mismos, por supuesto); y como he dicho en otro tema y espacio, “no se hace liderazgo desde el distanciamiento humano”. 


O sea: es preciso que cada uno de nosotros trabaje para ser y dejar en su entorno la mejor marca personal que pueda, a partir de lo que es, lo que hace y lo que logra; pues como parece estar ya suficientemente demostrado, las personas sí SOMOS MARCAS. Y por supuesto, somos mucho más que lo que otros dicen de nosotros en nuestra ausencia.

Marca personal es mucho más que lo que dicen de ti cuando no estás presente

Vladimir Estrada


Hace alrededor de un año, en la entrevista bidireccional transoceánica que ambos sostuvimos, mi amigo y colega, el Maestro Joan Clotet, me preguntaba lo siguiente (tal vez sin imaginar cuán tremendamente oportuna y pertinente sería su pregunta -y también, posiblemente, las inquietudes e interrogantes que ella generó en mí- tan poco tiempo después):



Y le respondí, entre otras muchas cosas, lo que propongo a continuación:


  • “Ese maestro de la época IA por el cual me preguntas, ha de ser muy humano, y cada vez más humano. Precisamente para poder constituirse en el motivador/orientador/facilitador de la búsqueda de información y de la construcción del conocimiento que deberán desarrollar sus alumnos (asumamos por ahora que aún se les llamará así), gran parte de lo cual estará precisamente contenido en artificios dotados y portadores de IA.


    Pero para comprender y apoyar los procesos psicológicos y sociológicos imprescindibles para aprender, aprehender, compartir y socializar el conocimiento así “adquirido” y/o construido, hará falta mucha competencia en ambas ramas, y en otras varias del ámbito de las humanidades, así como en los múltiples puntos de contacto que todas ellas siempre han tenido, tienen y tendrán con las ciencias de la educación (que también son de dicha área, por supuesto). Aquí funciona y deberá funcionar cada vez más el concepto de polimatía y sus muy pertinentes aplicaciones a nuestra realidad actual y perspectiva -sobre lo cual estoy investigando y pretendo generar pronto algunas propuestas metodológicas asociadas al branding personal, y especialmente al académico-. Sugiero revisar, por ejemplo, lo que al respecto ha propuesto el reconocido experto español Carlos Rebate, con énfasis en su interesantísimo concepto de la intersección polímata” (fin de la cita).

Y en esa misma línea, considerando la realidad educativa que actualmente vivimos y la perspectiva que ya resulta inminente (y en algunos temas, presente), caben aquí muchas más preguntas que las respuestas que hoy podemos anticipar sobre este tema estratégico, en virtud de los nuevos modos en que los educadores deberemos asumirlas y enfrentarlas, y también de las formas en que los sistemas educativos deberán ser gestionados -erigiéndolos en verdaderos sistemas funcionando como tales, y dejando de ser meros conjuntos de instituciones-, en aras de facilitarnos la tarea de formar a las nuevas generaciones para un futuro que, como he avanzado arriba, es cada día más presente.


Por ejemplo, entre varias decenas posibles, podemos pensar en las siguientes diez (como he dicho muchas veces, ESE NÚMERO ME GUSTA):


  1. ¿Cómo nos preparamos y prepararemos para ser los nuevos educadores que requerirá esa inédita y por tanto desconocida etapa que ya está comenzando?

  2. ¿Cómo integraremos los entornos offline y online en el más adecuado equilibrio posible, y considerando el impacto de ambos y de cada uno en las formas de aprender, aprehender y gestionar identidad, compatibilidad, sociabilidad y cambio?

  3. ¿Qué nuevos métodos educativos utilizaremos y cuáles dejaremos de utilizar, porque eventualmente ya no funcionen?

  4. ¿Qué esferas de la atención y el acompañamiento a nuestros estudiantes priorizaremos en cada momento del proceso educativo: la intelectual, la emocional, la espiritual, la volitiva, la  social/relacional...o cuáles combinaciones de ellas, según resulte pertinente en cada entorno educativo y en su integración?

  5. ¿Qué rol y lugar otorgaremos a la tecnología educativa (sabiendo que ella es MUCHO MÁS que las herramientas TIC y su uso), y cómo los gestionaremos?

  6. ¿Cómo refundaremos -pues definitivamente, tendremos que refundarla- la relación de aliados y asociados con objetivos comunes  que deberemos desarrollar con las familias de nuestros estudiantes?

  7. ¿Cuál y cuánto apoyo recibiremos los educadores de todas las instancias directivas a las cuales compete y corresponde apoyarnos en nuestra ruta hacia ser los mejores maestros y modelos que podamos ser (y que, por supuesto, QUEREMOS SER)?

  8. ¿Cómo generaremos, desarrollaremos e integraremos los esfuerzos de todos y cada uno, para gestionar individual y colectivamente la renovación permanente de la currícula en todos los niveles educativos, de modo que podamos evitar la frustración de preparar a nuestros estudiantes para vivir, trabajar y funcionar en un mundo que ya no existe, ni volverá a existir?

  9. ¿Cómo trabajaremos, desde nuestra condición y posición de educadores, para lanzar, acompañar y potenciar los procesos necesarios para que cada uno de nuestros estudiantes se convierta en la mejor marca personal que quiera, deba y pueda ser para su entorno siempre cambiante, y aprenda a gestionarse como tal?

  10. Y como resultado de todo esto y de mucho más...¿cómo marcaremos como educadores a nuestro entorno humano, y cómo gestionaremos esa marca personal docente que para dicho entorno seremos, en aras de serlo cada día mejor?


Estas diez preguntas que recién has leído, y otras muchas relacionadas con la educación que tenemos y la que viene, mueven hoy mi mente, amigo lector. ¿Cuáles mueven la tuya, y qué respuestas posibles emergen de tu mente sobre estas, aquellas, o cualesquiera otras relativas a este complejo tema?


Hablemos de propuestas posiblemente pertinentes a la nueva realidad presente y la que ya se vislumbra en perspectiva. Durante 2019 presenté a mi amigo y colega Pablo Adán, respondiendo su pregunta # 6 en nuestra entrevista bidireccional transoceánica, el caso de mi amiga y colega Ylse Roa en su excelente desempeño como formadora a distancia, con una magnífica metodología creada por el destacado Maestro español José Miguel García (caso y metodología cuyo estudio y aplicación, humildemente, yo recomiendo, especialmente ahora y con miras al futuro que se nos viene encima). De su análisis derivé y propuse tres grandes calidades que, en mi opinión, debería manifestar todo educador en su ejercicio; las resumo muy brevemente a continuación


  • Calidad humana. Ser la mejor persona que se pueda ser, mostrando, demostrando y modelando en cada momento las mejores condiciones y cualidades que los estudiantes necesiten percibir, recibir, apreciar, aprender, aprehender, practicar, y beneficiarse de ellas, cada uno a su modo. Pues como dice el gran científico Howard Gardner, “…las malas personas no pueden ser profesionales excelentes. No llegan a serlo nunca. Tal vez tengan pericia técnica, pero no son excelentes“.

  • Calidad técnica. Mostrar y demostrar el máximo dominio y la mayor actualización en los temas abordados en el proceso formativo, y de otros colaterales y relacionados con ellos. Todo eso, combinando lo teórico, lo práctico y lo experiencial, con capacidad innovadora, renovadora y transformadora: un educador TIENE QUE SABER Y SABER HACER MUCHO sobre las áreas en los cuales procura formar a otras personas. Para decirlo “en pocas palabras”, el formador debe educar manifestando la condición de verdadero experto en el tema, y debe hacer siempre el máximo esfuerzo en su preparación profesional para ello: no es en absoluto suficiente con manejar los conceptos básicos de la materia. Pues como he planteado en otro trabajo de muy próxima publicación (suelo utilizar este tipo de “avances”), 


    Usted puede saber mucho -o creer que sabe mucho, jejeje-; concedamos que sí, que usted sabe mucho acerca de un tema determinado. Pero una cosa es saber (nivel conceptual); otra es saber cómo se hace (nivel metodológico); otra, saber hacer (nivel práctico); otra es saber formar a otras personas para la utilización práctica de lo que usted ha generado, desarrollado o aplicado (nivel educativo situado y/o aplicado); y otra, es haber hecho y logrado cosas importantes y productivas en el área o tema durante cierto tiempo, lo cual es al mismo tiempo traducible a y consecuencia de los cuatro niveles anteriores (nivel experiencial). Otra cosa es saber investigar sobre el área del conocimiento que usted trabaja; otra, saber innovar sobre ella para generar soluciones novedosas y desarrolladoras, y aún otra es saber comunicar masiva y frecuentemente acerca del tema de cada intervención para los diferentes públicos interesados, de modo que todos reciban y apliquen lo que necesiten para su desarrollo personal, profesional, organizacional o social, dependiendo de lo que se trate“ (fin de la cita).


    Y creo que de un verdadero educador, del tipo que realmente puede preparar al hombre para la vida, se debe esperar y exigir este tipo, nivel y variedad de saber, mas otros varios que dejo en carpeta para el otro trabajo próximo que te he mencionado (de donde he citado el párrafo anterior); y también, manejos suficientes y pertinentes de las áreas y los temas que a nivel conceptual, metodológico y práctico se conectan con el área y/o tema principal en que trabaja. Para resumirlo en un concepto, pienso que un verdadero educador debe transitar paulatinamente hacia la polimatía, tal como ella debe ser, funcionar e impactar en la nueva época emergente (especialmente ahora, en plena era COVID 19, y MUY especialmente, en la próxima era post COVID 19; y por supuesto, recomiendo la lectura del excelente trabajo que aquí he enlazado). Más o menos claro, ¿verdad?

  • Calidad pedagógica. Mostrar y demostrar las competencias básicas imprescindibles para conducir con efectividad el proceso formativo y guiar a los estudiantes hacia la consecución y aplicación de los aprendizajes significativos esperados, 

    1. utilizando en cada momento las herramientas tecnológicas que puedan facilitar la obtención de los mejores resultados;

    2. manejando de forma efectiva la diversidad que en todos los órdenes posibles puede manifestarse entre sus estudiantes e impactar su participación en el proceso y la calidad de sus aprendizajes;

    3. estimulando y promoviendo el abordaje diferente y diferenciador de los temas, desde la individual diferencia de sus pensamientos, análisis, asunciones y posiciones;

    4. propiciando y motivando la continuidad de los procesos de aprendizaje más allá del momento y espacio actual de “clase”, a través de la investigación y el trabajo extralectivo;

    5. generando un clima de comodidad, cordialidad, colaboración, participación, implicación, respeto mutuo; 

    6. propiciando el surgimiento y desarrollo de los motivos adecuados para el crecimiento humano y técnico/profesional de los estudiantes;

    7. evaluando el avance del aprendizaje estudiantil con base en el nivel de logro y cambio alcanzado desde el nivel de partida de cada uno de ellos, no solo desde un modelo/esquema burocrático general prescriptor de lo que “todos debían lograr”; y “finalmente”,

    8. asumiendo y tratando a cada estudiante como el ser humano único -con rostro, origen, familia, historia, potencial, presente y futuro únicosque cada uno de ellos ES, y NUNCA como un número más en la lista de asistencia y evaluación.  


      Porque, como he dicho antes, creo que “debemos educar y evaluar desde quien cada estudiante ES cuando llega a nosotros, y NO desde un esquema genérico y homogenizador de sus humanidades y sus intelectosSON DIFERENTES. Debemos educarlos y evaluarlos desde esa diferencia, PARA QUE LA EVALUACIÓN SEA, TAMBIÉN, UNA HERRAMIENTA EDUCATIVA EFECTIVA. Eso es, a mi juicio, educar con equidad.“.

¿Te parece pertinente mi abordaje, amigo lector?


Desde el enfoque sistémico, cualquiera de las tres condiciones expuestas -o si lo prefieres, de las tres calidades- que no se manifieste al nivel requerido, afectará la efectividad de las otras dos, y por ende, la calidad planeada, esperada y pretendida del resultado final. Y de la integración efectiva de ellas tres en el proceso, junto a los estudiantes, debe derivar la verdadera profesionalidad del ejercicio educativo, enfocada en la obtención de los mejores resultados (estudiantes que aprenden, al menos, todo lo que debían aprender, del modo en que debían hacerlo, y crecen positivamente como personas en el trayecto) gracias al desarrollo de los mejores procesos (educador que facilita los procesos de aprendizaje de la forma adecuada y pertinente a la situación y necesidades de todos y de cada uno de los estudiantes, motivando, guiando y acompañando su crecimiento humano en el trayecto). Hoy creo poder afirmar que nuestra autogestión como educadores para la era post COVID 19, debe transitar la ruta del desarrollo integral e integrado de esas exigentes tres condiciones/calidades, conducentes a la cuarta en calidad de sinergia: convertirnos en verdaderos profesionales de la educación, capaces de marcar como tales a todo nuestro entorno y trascender gracias a ello.


Hace cuatro años, en mi trabajo La marca personal de los educadores, propuse sobre este tema lo siguiente:


  • “…Como educadores, tenemos que ser capaces de visionar desde muy dentro de nosotros la huella que hemos de dejar ahí afuera, y trabajar duro para que ella coincida con nuestra visión. No dejemos nada al azar: preparémonos a conciencia para marcar como queremos, debemos y podemos hacerlo. Hagamos un personal branding que realmente nos defina como marcas personales de alto, sentido y perdurable impacto positivo(fin de la cita).


Y creo que muy pronto, en la nueva era post COVID 19, esta idea será más necesaria que nunca antes en la historia humana, como lo será la concepción, diseño e implementación de la nueva educación que requeriremos, y el nuevo perfil del verdadero educador que será el protagonista de su desarrollo.


Volveré sobre este tema próximamente, amigo lector; mientras tanto, espero tus comentarios, críticas, preguntas, propuestas y sugerencias sobre este artículo, ya sea aquí en el blog, o en mi repositorio digital donde muy pronto podrás también leerlo y comentarlo. Y por supuesto, en las redes socio/profesionales que compartimos; por ejemplo, Twitter y LinkedIn, que son mis predilectas. Gracias por ser, por estar, por acompañarme hoy y siempre


Tu amigo

Vladimir