Había un niño que se llamaba Leo al que le gustaba escribir libros y quería ser un escritor famoso, pero nadie lo quería leer porque lo escribía sin sentido, con mala letra y escribía tonterías.

Lo había publicado y nadie lo quería leer porque estaba muy mal escrito, con faltas de ortografía y con cosas sin sentido. Leo estaba muy decepcionado, decidió que ya no iba a escribir libros de tonterías y empezó a escribir libros con sentido pero no escribía muy bien porque estaba en primaria, tenía faltas de ortografía, pero en todo caso ya no lo escribe a boleo.

Lo volvió a publicar y él deseaba que alguien lo comprase. Pero nadie lo compró. Leo estaba muy decepcionado, pero no se rindió cada vez lo escribía mejor y por fin hay una persona que compró su libro. Leo estaba muy contento porque siempre quería que alguien comprase sus libros.